El príncipe Mateo, un niño sociable de cinco años, se enfrenta a una gran injusticia en su reino. Otros niños se ríen de Bini, un oso amarillo que vive en un pequeño castillo. Mateo se embarca en una aventura para enseñarles a todos el verdadero significado de la justicia.
En Montcada i Reixac, vivía el príncipe Mateo. Tenía un hermoso castillo grande con jardines llenos de flores. Un día, Mateo notó que otros niños se reían de Bini, un oso amarillo con un pequeño castillo. Esto hizo que Mateo se sintiera muy triste. Decidió que tenía que hacer algo para ayudar a Bini.
Mateo fue a hablar con los niños para pedirles que dejaran de reírse de Bini. Pero los niños no quisieron escuchar. Dijeron que Bini era raro y que su castillo era muy pequeño. Mateo se sintió frustrado. No sabía cómo hacer que entendieran.
Mateo decidió ir a visitar a Bini. Al llegar, vio que Bini estaba triste y solo. Bini le contó que siempre había sido diferente y que por eso los niños se burlaban de él. Mateo le dijo que no se preocupara, que él lo ayudaría. Pero no sabía cómo.
- No sé qué hacer, Bini. Mateo dijo tristemente. - Quizá deberíamos rendirnos. Bini suspiró y asintió. Pero justo en ese momento, un sabio anciano apareció. - No te rindas, príncipe Mateo. Dijo el anciano. - La justicia siempre encuentra su camino.
El anciano le dio a Mateo una idea. - Organiza una competencia justa, dijo. Mateo sonrió y corrió a organizarla. Invitó a todos los niños y les explicó que Bini competiría también. - Todos tienen la misma oportunidad, dijo Mateo. Los niños aceptaron.
La competencia fue emocionante. Bini mostró sus habilidades y todos quedaron impresionados. - Bini es increíble, dijeron los niños. Mateo sonrió, sabiendo que había hecho lo correcto. Desde ese día, nadie se volvió a reír de Bini. Mateo había enseñado a todos una lección de justicia.
En Montcada i Reixac, vivía el príncipe Mateo. Tenía un hermoso castillo grande con jardines llenos de flores. Un día, Mateo notó que otros niños se reían de Bini, un oso amarillo con un pequeño castillo. Esto hizo que Mateo se sintiera muy triste. Decidió que tenía que hacer algo para ayudar a Bini.
Mateo fue a hablar con los niños para pedirles que dejaran de reírse de Bini. Pero los niños no quisieron escuchar. Dijeron que Bini era raro y que su castillo era muy pequeño. Mateo se sintió frustrado. No sabía cómo hacer que entendieran.
Mateo decidió ir a visitar a Bini. Al llegar, vio que Bini estaba triste y solo. Bini le contó que siempre había sido diferente y que por eso los niños se burlaban de él. Mateo le dijo que no se preocupara, que él lo ayudaría. Pero no sabía cómo.
- No sé qué hacer, Bini. Mateo dijo tristemente. - Quizá deberíamos rendirnos. Bini suspiró y asintió. Pero justo en ese momento, un sabio anciano apareció. - No te rindas, príncipe Mateo. Dijo el anciano. - La justicia siempre encuentra su camino.
El anciano le dio a Mateo una idea. - Organiza una competencia justa, dijo. Mateo sonrió y corrió a organizarla. Invitó a todos los niños y les explicó que Bini competiría también. - Todos tienen la misma oportunidad, dijo Mateo. Los niños aceptaron.
La competencia fue emocionante. Bini mostró sus habilidades y todos quedaron impresionados. - Bini es increíble, dijeron los niños. Mateo sonrió, sabiendo que había hecho lo correcto. Desde ese día, nadie se volvió a reír de Bini. Mateo había enseñado a todos una lección de justicia.
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